fundacion siento x ciento

Todos queremos que nuestros hijos se desarrollen al cien por ciento; queremos que aprendan a ser individuos responsables, autónomos, productivos y, sobre todo, que tenga una vida plena y llena de sentido. Para ello, la educación, no sólo en las escuelas, también en las familias y en las comunidades, debe prepararlos para enfrentar los retos de hoy: un mundo con grandes desafíos económicos, políticos, sociales y ambientales; desafíos que se han exacerbado con la globalización. Confrontar la pobreza, la inequidad, la injusticia, la violencia, la discriminación y el deterioro del medio ambiente requiere de ciudadanos íntegros y comprometidos con la creación de una sociedad próspera y un planeta sostenible.

En las últimas décadas, abundante evidencia científica ha demostrado que, para alcanzar estas metas, el desarrollo de las competencias socioemocionales y el desarrollo del talento, son tan o más importantes que el aprendizaje de las habilidades académicas, las cuales han sido privilegias en la educación formal desde la revolución industrial. De acuerdo con el premio Nobel en economía, James Heckman, la educación dedicada a las habilidades académicas contribuye parcialmente al desarrollo humano. Estudios científicos longitudinales han podido establecer que la adquisición de las habilidades socioemocionales está relacionada con resultados positivos para una vida plena, como mayor empleabilidad, mayores ingresos económicos, mejor salud mental y física, superiores relaciones sociales, entre otros, lo que a su vez crea comunidades más amables y sostenibles. A pesar de lo anterior, nuestro sistema educativo sigue concentrándose en contenidos tradicionales destacando las habilidades académicas sobre las socioemocionales.

Es este espacio que nuestra Fundación SientoXciento quiere llenar. Trabajamos en el desarrollo integral de niños, jóvenes y adultos enfatizando el desarrollo socioemocional y del talento en la educación, y así conseguir un efecto positivo en sus vidas y en últimas, en el mejoramiento de la comunidad y la sociedad. Para esto, nuestro portafolio contiene programas y proyectos que procuran difundir y aplicar el conocimiento sobre el impacto de las habilidades socioemocionales y del talento, por medio de diferentes y variadas acciones informativas, educativas y de acompañamiento para la transformación en las prácticas cotidianas, escolares, organizacionales y mediáticas estimulando el desarrollo de las competencias socioemocionales y del talento de manera que perduren en el tiempo. 

El sistema educativo actual está basado en prácticas y conocimientos provenientes de la revolución industrial en donde la educación formal se encargaba de enseñar habilidades destinadas a crear individuos que llenaran las necesidades del mercado laboral de la época, guiadas por principios de linealidad, conformidad y estandarización, y enfocada en las habilidades académicas y de manufactura, mientras que las habilidades socioemocionales se dejaban para ser desarrolladas en el ámbito de la familia y de la religión. Del desarrollo de talento ni se hablaba.

Hoy en día, cuando se entiende que la vida es orgánica, adaptable y diversa, el mundo laboral requiere de otro tipo de preparación completamente diferente al de la revolución industrial. Las personas en edad de trabajar, preparadas todavía con ese modelo educativo,  no tienen las competencias que el mercado laboral actual demanda. Los avances tecnológicos, la automatización de la producción, la economía de la información y la globalización, llevan a que los empleadores busquen un conjunto diferente de habilidades a las que tradicionalmente se enseñan en la escuela y en la educación superior. Por ejemplo, conocimientos como escritura, matemáticas, ciencias e historia/geografía ya no son las habilidades más valoradas por los empleadores. Estas se clasificaron en los puestos 6º, 15º, 16º y 19º, respectivamente, en una lista de 20 habilidades (Busso et al, 2007). Así mismo, en el estudio Capitalizando en la Complejidad (2010) que publica IBM cada año, los más de 1500 líderes globales entrevistados están de acuerdo con que la más importante competencia de liderazgo en las organizaciones para lidiar con la creciente complejidad es la creatividad. Otros estudios e investigaciones muestran que las organizaciones están demandando personas que, además de ser creativas, sean reflexivas, seguras de sí mismas, que se comuniquen claramente, que trabajen en equipo, que se lleven bien con los demás, que sean flexibles, que tengan mayor agencia, que puedan resolver problemas abstractos y que además sean colaborativas. Por su parte, el ICFES, entidad colombiana encargada de la evaluación de la educación en todos sus niveles, resalta que las personas requieren altas capacidades en lectura crítica, interpretación, análisis y manejo de información, así como también en solución de problemas diversos para poder desenvolverse en entornos laborales y sociales. 

Sin embargo, nuestro sistema educativo sigue enfatizando los contenidos tradicionales y no la adquisición de las competencias que se requieren en la actualidad: habilidades socioemocionales, lectura crítica, análisis, solución de problemas y desarrollo de talento y de la creatividad. Adicionalmente, al tratarse de un sistema basado en la estandarización, antes no era necesario conocer las características propias de cada niño, ni sus intereses, talentos o formas de aprendizaje; ahora esto es fundamental para alcanzar el máximo potencial de cada individuo. 

En el ámbito personal, la situación tampoco es alentadora. Los altos niveles de estrés, angustia, depresión y otros tipos de problemas de salud mental tanto en niños como en adultos, han aumentado exponencialmente en las últimas décadas. Acá tampoco estamos aprendiendo las habilidades necesarias para enfrentar estos problemas, ni para que cada quien pueda gestionar sus emociones y relaciones adecuadamente; y menos para potenciar los talentos propios.

Diversas investigaciones demuestran la importancia del desarrollo socioemocional para el desarrollo humano y la satisfacción en la vida. Estas investigaciones muestran cómo las habilidades socioemocionales tienen igual o mayor peso en variables de éxito, como terminar el colegio y la universidad, conformar un hogar estable, salir de la pobreza, tener buena salud, no tener problemas con la justicia y evitar un embarazo temprano, entre otras. Las competencias socioemocionales son pues transcendentales para manejar positivamente los retos personales, sociales y laborales.

Estos cambios ponen en evidencia tres aspectos cruciales. Primero, que la educación no puede seguir concentrándose exclusivamente en preparar personas para un mercado laboral que ya no es el mismo; si no que debe preocuparse por el desarrollo integral de los niños y jóvenes. Segundo, que el sistema educativo no es el único responsable de apoyar a los niños y jóvenes en su desarrollo, ya que el rol de actores como la familia y la comunidad sigue siendo fundamental. Tercero, que los diferentes sistemas de bienestar, como el de salud, educación o protección deben trabajar colaborativamente ya que lo que le pasa al cuerpo, tiene efectos en el cerebro y las emociones y viceversa. Como lo expresó Miroslaw Handke, Ministro de Educación de Polonia, que logró pasar al país de los peores lugares a los primeros en las pruebas PISA en un periodo de 3 años: “necesitamos empujar el sistema educativo fuera de su equilibrio actual para que pueda alcanzar uno nuevo”.

En conclusión, el sistema educativo, tanto en el ámbito escolar y familiar, debe transformarse para contribuir a que los niños y jóvenes se desarrollen integralmente y puedan desplegar habilidades que les sirvan a lo largo de su vida. Así mismo, se debe ampliar la mirada a la educación para entender que no se limita a lo que pasa en las instituciones educativas; sino que todos en las familias, en las comunidades y en la sociedad, tenemos una responsabilidad conjunta; y que sectores como salud, educación, protección o cultura deben trabajar articuladamente por el desarrollo integral de todos los niños y jóvenes.

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